La industria del vino en Brasil ha ido creciendo en los últimos años, y una de las empresas que está liderando este avance es Viva la Vida. Fundada por la emprendedora Ana Cristina Crespani, esta bodega cuenta con viñedos en Pinto Bandeira, la primera denominación de origen del país, y un portafolio variado que ha cautivado a los amantes del vino en todo el mundo.
Ana Cristina Crespani, una apasionada por el vino, decidió dar un giro en su carrera y dedicarse por completo a su pasión. Dejó atrás su trabajo en una multinacional y se enfocó en crear su propia empresa, Viva la Vida. Con una visión clara y una gran determinación, Ana Cristina se propuso llevar los vinos de Brasil a un nivel superior.
En 2010, Viva la Vida adquirió sus primeros viñedos en Pinto Bandeira, una región que se encuentra en el estado de Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil. Esta zona, conocida como la “Toscana Brasileña”, es la primera denominación de origen del país y se caracteriza por sus suelos fértiles y un clima ideal para el cultivo de uvas.
Los viñedos de Viva la Vida se encuentran a una altitud de 700 metros sobre el nivel del mar, lo que proporciona una amplitud térmica ideal para el desarrollo de las uvas. Además, la bodega utiliza técnicas de agricultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente, lo que ha llevado a la obtención de uvas de alta calidad, llenas de sabor y carácter.
Viva la Vida cuenta con una amplia gama de vinos, que incluye tanto variedades clásicas como nuevas e innovadoras. Entre las variedades más populares se encuentra el Merlot, un vino tinto con notas de frutos rojos y una mezcla perfecta de acidez y taninos, y el Chardonnay, un vino blanco fresco y equilibrado con aromas a frutas tropicales.
Pero lo que hace que Viva la Vida sea realmente especial es su portafolio de vinos espumosos. Utilizando el método tradicional de la fermentación en botella, la bodega crea vinos espumosos con una elegancia única y un sabor exquisito. Entre ellos, destaca el Brut Rosé, un vino de color rosado pálido y un aroma a fresas y cerezas, y el Moscatel, un vino dulce y aromático con notas a frutas tropicales y cítricos.
Además de su excelente calidad, los vinos de Viva la Vida también se destacan por su diseño innovador y elegante. Cada botella está cuidadosamente diseñada para reflejar la pasión y dedicación que la bodega pone en cada uno de sus productos. Esto ha llevado a que los vinos de Viva la Vida sean reconocidos no solo por su sabor, sino también por su estética.
La bodega también ofrece una experiencia única para aquellos que deciden visitarla. Se puede recorrer los viñedos y conocer de primera mano el proceso de elaboración del vino. Además, se pueden degustar diferentes variedades y aprender sobre los detalles que hacen que los vinos de Viva la Vida sean tan especiales.
Gracias a su alta calidad y su enfoque en la sostenibilidad, los vinos de Viva la Vida han sido reconocidos en varias competencias internacionales de vino. En 2018, la bodega ganó la medalla de oro en el Concurso Mundial de Bruselas, uno de los eventos más prestigiosos de la industria del vino.
Con una visión clara y una pasión inquebrantable por el vino, Ana Cristina Crespani ha logrado llevar a Viva la Vida a ser una de las bodegas más